lunes, 19 de agosto de 2013

Consejos de San Jose Maria Escriva (A LA PENITENCIA)



  CONSEJOS RESPECTO A LA PENITENCIA


 Bendito sea el dolor. -Amado sea el dolor. -Santificado sea el dolor... ¡Glorificado sea el dolor!

Todo un programa, para cursar con aprovechamiento la asignatura del dolor, nos da el
Apóstol: "spe gaudentes" -por la esperanza, contentos, "in tribulatione patientes" -sufridos, en la
tribulación, "orationi instantes" -en la oración, continuos.

Expiación: ésta es la senda que lleva a la Vida.

Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias,
ofensas y pecados. -Así entierra el labrador, al pie del árbol que los produjo, frutos podridos,
ramillas secas y hojas caducas. -Y lo que era estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye
eficazmente a una nueva fecundidad.
Aprende a sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida.

Ese Cristo, que tú ves, no es Jesús. -Será, en todo caso, la triste imagen que pueden formar
tus ojos turbios... -Purifícate. Clarifica tu mirada con la humildad y la penitencia. Luego... no te
faltarán las limpias luces del Amor. Y tendrás una visión perfecta. Tu imagen será realmente la
suya: ¡El!

Jesús sufre por cumplir la Voluntad del Padre... Y tú, que quieres también cumplir la
Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podrás quejarte si encuentras por
compañero de camino al sufrimiento?

Di a tu cuerpo: prefiero tener un esclavo a serlo tuyo.

¡Qué miedo le tiene la gente a la expiación! Si lo que hacen por bien parecer al mundo lo
hicieran rectificando la intención, por Dios... ¡qué santos serían algunos y algunas!

¿Lloras? -No te dé vergüenza. Llora: que sí, que los hombres también lloran, como tú, en la
soledad y ante Dios. -Por la noche, dice el Rey David, regaré con mis lágrimas mi lecho.
Con esas lágrimas, ardientes y viriles, puedes purificar tu pasado y sobrenaturalizar tu vida
actual.

Te quiero feliz en la tierra. -No lo serás si no pierdes ese miedo al dolor. Porque, mientras
"caminamos", en el dolor está precisamente la felicidad.

¡Qué hermoso es perder la vida por la Vida!

Si sabes que esos dolores -físicos o morales- son purificación y merecimiento, bendícelos.

¿No te produce mal sabor de boca el deseo de bienestar fisiológico -"Dios le dé salud,
hermano"- con que ciertos pobres agradecen o reclaman una limosna?

Si somos generosos en la expiación voluntaria, Jesús nos llenará de gracia para amar las
expiaciones que El nos mande.

Que tu voluntad exija a los sentidos, mediante la expiación, lo que las otras potencias le
niegan en la oración.

¡Qué poco vale la penitencia sin la continua mortificación!

¿Tienes miedo a la penitencia?... A la penitencia, que te ayudará a obtener la Vida eterna. -En
cambio, por conservar esta pobre vida de ahora, ¿no ves cómo los hombres se someten a las mil
torturas de una cruenta operación quirúrgica?

Tu mayor enemigo eres tú mismo.

Trata a tu cuerpo con caridad, pero no con más caridad que la que se emplea con un enemigo
traidor.

Si sabes que tu cuerpo es tu enemigo, y enemigo de la gloria de Dios, al serlo de tu
santificación, ¿por qué le tratas con tanta blandura?

"Que pasen buena tarde" -nos dijeron, como es costumbre-, y comentó un alma muy de Dios:
¡qué deseos más cortos!

Contigo, Jesús, ¡qué placentero es el dolor y qué luminosa la oscuridad!

¡Sufres! -Pues, mira: "El" no tiene el Corazón más pequeño que el nuestro. -¿Sufres?
Conviene.

El ayuno riguroso es penitencia gratísima a Dios. -Pero, entre unos y otros, hemos abierto la
mano. No importa -al contrario- que tú, con la aprobación de tu Director, lo practiques
frecuentemente.

¿Motivos para la penitencia?: Desagravio, reparación, petición, hacimiento de gracias: medio
para ir adelante...: por ti, por mí, por los demás, por tu familia, por tu país, por la Iglesia... Y mil
motivos más.

No hagas más penitencia que la que te consienta tu Director.

 ¡Cómo ennoblecemos el dolor, poniéndolo en el lugar que le corresponde (expiación) en la
economía del espíritu! 
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ORACIÓN A SAN JOSEMARÍA

Oh Dios, que por mediación de la Santísima Virgen otorgaste a San Josemaría, sacerdote, gracias innumerables, escogiéndole como instrumento fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano: haz que yo sepa también convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte, y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas, iluminando los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y del amor.
Concédeme por la intercesión de San Josemaría el favor que te pido... (pídase). Así sea.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.











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