CONSEJOS RESPECTO AL EXAMEN
Examen. -Labor diaria. -Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio.
¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna?
A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo.
Examínate: despacio, con valentía. -¿No es cierto que tu mal humor y tu tristeza inmotivados
-inmotivados, aparentemente- proceden de tu falta de decisión para romper los lazos sutiles,
pero "concretos", que te tendió -arteramente, con paliativos- tu concupiscencia?
El examen general parece defensa. -El particular, ataque. -El primero es la armadura. El
segundo, espada toledana.
Una mirada al pasado. Y... ¿lamentarte? No: que es estéril. -Aprender: que es fecundo.
Pide luces. -Insiste: hasta dar con la raíz para aplicarle esa arma de combate que es el examen
particular.
Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud determinada o a
arrancar el defecto que te domina.
"Lo que debo a Dios, por cristiano: mi falta de correspondencia, ante esa deuda, me ha hecho
llorar de dolor: de dolor de Amor. 'Mea culpa!'" -Bueno es que vayas reconociendo tus deudas:
pero no olvides cómo se pagan: con lágrimas... y con obras.
"Qui fidelis est in minimo et in maiori fidelis est" -quien es fiel en lo poco también lo es en lo
mucho. -Son palabras de San Lucas que te señalan -haz examen- la raíz de tus descaminos.
Reacciona. -Oye lo que te dice el Espíritu Santo: "Si inimicus meus maledixisset mihi,
sustinuissem utique" -si mi enemigo me ofende, no es extraño, y es más tolerable. Pero, tú... "tu
vero homo unanimis, dux meus, et notus meus, qui simul mecum dulces capiebas cibos" -¡tú, mi
amigo, mi apóstol, que te asientas a mi mesa y comes conmigo dulces manjares!
En días de retiro tu examen debe tener más hondura y más extensión que el tiempo habitual
nocturno. -Si no, pierdes una gran ocasión de rectificar.
Acaba siempre tu examen con un acto de Amor -dolor de Amor-: por ti, por todos los pecados
de los hombres... -Y considera el cuidado paternal de Dios, que te quitó los obstáculos para que
no tropezases.
¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna?
A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo.
Examínate: despacio, con valentía. -¿No es cierto que tu mal humor y tu tristeza inmotivados
-inmotivados, aparentemente- proceden de tu falta de decisión para romper los lazos sutiles,
pero "concretos", que te tendió -arteramente, con paliativos- tu concupiscencia?
El examen general parece defensa. -El particular, ataque. -El primero es la armadura. El
segundo, espada toledana.
Una mirada al pasado. Y... ¿lamentarte? No: que es estéril. -Aprender: que es fecundo.
Pide luces. -Insiste: hasta dar con la raíz para aplicarle esa arma de combate que es el examen
particular.
Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud determinada o a
arrancar el defecto que te domina.
"Lo que debo a Dios, por cristiano: mi falta de correspondencia, ante esa deuda, me ha hecho
llorar de dolor: de dolor de Amor. 'Mea culpa!'" -Bueno es que vayas reconociendo tus deudas:
pero no olvides cómo se pagan: con lágrimas... y con obras.
"Qui fidelis est in minimo et in maiori fidelis est" -quien es fiel en lo poco también lo es en lo
mucho. -Son palabras de San Lucas que te señalan -haz examen- la raíz de tus descaminos.
Reacciona. -Oye lo que te dice el Espíritu Santo: "Si inimicus meus maledixisset mihi,
sustinuissem utique" -si mi enemigo me ofende, no es extraño, y es más tolerable. Pero, tú... "tu
vero homo unanimis, dux meus, et notus meus, qui simul mecum dulces capiebas cibos" -¡tú, mi
amigo, mi apóstol, que te asientas a mi mesa y comes conmigo dulces manjares!
En días de retiro tu examen debe tener más hondura y más extensión que el tiempo habitual
nocturno. -Si no, pierdes una gran ocasión de rectificar.
Acaba siempre tu examen con un acto de Amor -dolor de Amor-: por ti, por todos los pecados
de los hombres... -Y considera el cuidado paternal de Dios, que te quitó los obstáculos para que
no tropezases.
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ORACIÓN
A SAN JOSEMARÍA
Oh Dios, que
por mediación de la Santísima Virgen otorgaste
a San Josemaría, sacerdote, gracias innumerables, escogiéndole
como instrumento fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino
de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento
de los deberes ordinarios del cristiano: haz que yo sepa también
convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión
de amarte, y de servir con alegría y con sencillez a la
Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas, iluminando
los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y del amor.
Concédeme
por la intercesión de San Josemaría el favor que
te pido... (pídase). Así sea.
Padrenuestro,
Avemaría, Gloria.
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